miércoles, 18 de mayo de 2011

Toro de lidia

El toro de lidia, también denominado toro bravo, designa a los especímenes macho de toro seleccionados y criados para su empleo en los diferentes espectáculos taurinos, como las corridas o los encierros. Procede de las razas autóctonas de la Península Ibérica, conocidas como «tronco ibérico», que desde tiempo inmemorial propiciaron las formas más primitivas de tauromaquia. Algunos especialistas consideran que es el descendiente más directo del uro, el antepasado de todas las razas bovinas actuales, ya que, además de su rusticidad y su vida salvaje, comparte con él numerosas características fenotípicas. Otros expertos cuestionan que se trate de una raza de bovino diferente a la del toro y la vaca comunes . Se caracteriza por unos instintos atávicos de defensa y temperamentales, que se sintetizan en la llamada "bravura", así como atributos físicos tales como unas astas grandes hacia delante y un potente aparato locomotor, superiores a los de otros especímenes de bovinos.
 
Orígenes
Uno de los aspectos de la historia del toro de lidia que más se presenta a discusión es la determinación sobre la aparición de la crianza del mismo con fines de lidia, seleccionando ejemplares y razas, con fines comerciales, o destinados a los espectáculos taurinos de toda índole. No parece que existiera una selección especial durante la Edad Media, en la que sin embargo, los toros, como otros animales salvajes, eran mantenidos en cautividad y protegidos por los señores feudales para propósitos de cría o de caza.
En tiempos de los Reyes Católicos ya se empezaron a conocer, así que los primeros indicios de selección del toro bravo apuntan a los siglos XV y XVI en la provincia de Valladolid, donde la proximidad a la Corte, aún itinerante en esta época, hizo que se criara en amplios terrenos una vacada que pudo sentar las bases del toro de lidia actual. Desde los términos de Boecillo, La Pedraja de Portillo y Aldeamayor de San Martín, partían los toros para las fiestas de los pueblos, de la Corte o para las eclesiásticas[cita requerida]. El nombre de esta pretendida ganadería primigenia fue Raso de Portillo, y fue conocida hasta finales del siglo XIX. Existe la creencia de que estos toros fueron los primeros empleados en festejos reales.
Paralelamente comenzaron a desarrollarse ganaderías en otros lugares de España. Andalucía se puso a la cabeza en la cría de toros, si bien también tuvieron su importancia los que se criaron a orillas del Jarama, los llamados Jijones de Villarrubia de los Ojos, los navarros y los aragoneses. Fue en la segunda mitad del siglo XVII cuando las vacadas de toros bravos empezaron a organizarse, aunque todavía sin fines claramente comerciales. Tuvo que pasar un siglo más para que el espectáculo taurino cobrara auge y aparecieran las ganaderías orientadas claramente a los espectáculos taurinos ya con fines comerciales.
Así pues, el toro actual puede considerarse el resultado del trabajo de selección efectuado desde principios del siglo XVIII mediante la prueba de la tienta a fin de elegir para su reproducción ejemplares en los que concurrieran determinadas características, aquellas que permitieran el ejercicio de la lidia; es decir, la sucesión de suertes que se ejecutan en las corridas de toros desde que el toro sale al ruedo hasta que, una vez que el diestro le ha dado muerte, es arrastrado por las mulillas. Estas características han variado tanto a lo largo de los siglos como el toreo mismo, manteniéndose como sostén del mismo un único denominador común: la bravura del toro. Nacieron entonces, ya en la segunda mitad del siglo XVIII, las que se consideran las castas fundacionales de las que parten los encastes actuales: Morucha Castellana (Boecillo), Navarra, Toros la Tierra y Jijona (Madrid y la Mancha), Cabrera y Gallardo (El Puerto de Santa María), Vazqueña, Vega-Villar (Utrera) y Vistahermosa, si bien en la actualidad el 90% de las divisas existentes proceden todas de esta última.
 
Características de las castas
Casta navarra. Los toros navarros, hoy inexistentes como tales, fueron toros de sierra, pequeños de tamaño, pero de temperamento tan bronco y casta tan señalada que suplían su falta de trapío con una portentosa acometividad y bravura.
Casta jijona. Reconocible por sus muchos ejemplares de pelo colorao. Todavía hoy se denomina a los animales de este pelaje como toros jijones.
Casta castellana o morucha-castellana. De toros grandes, hermosos y muy duros de lidiar.
Casta andaluza. Según José María de Cossío, debería ocupar el primer lugar en consideración por haber sido la que ha logrado el prototipo y epítome del toro de lidia.
Casta cabrera. De gran alzada, cuerpo largo y agalgado, con defensas muy desarrolladas, de la que proceden, entre otros, los ejemplares de Miura.
Casta vazqueña. Fundada hacia 1780 por don Gregorio Vázquez reuniendo los mejores ejemplares de ganaderías castellanas y andaluzas. Adquirida por el rey Fernando VII y, después, por el Duque de Veragua, en cuyas manos cobró fama imperecedera.
Casta vistahermosa. Fundada por el conde del mismo nombre en 1772, estirpe de la que proceden la mayoría de las reses que se lidian en la actualidad.
 
El trapío
El trapío de un toro de lidia es el conjunto de rasgos externos, actitudes y reacciones observables a simple vista. Existe un riquísimo vocabulario taurino para designar los diferentes aspectos de la morfología y comportamiento del toro. Se dice que un toro tiene trapío cuando reúne las cualidades físicas y la presencia necesaria para la lidia. Según Pedraza Jiménez, los principales rasgos morfológicos para determinar el trapío de un toro son:
Tamaño y peso.
Estatura.
Conformación del tronco.
Conformación de las extremidades.
Conformación de la cabeza y el cuello.
Conformación de la cornamenta.
Piel, pelo y capa.

Comportamiento
El toro de lidia es un animal gregario, que halla seguridad y refugio en una manada. Después del nacimiento, y antes del destete, el becerro vivirá ocho o nueve meses alimentado y protegido por su madre. Dado que su madurez sexual se produce a los 16 meses aproximadamente, poco después del año se separan machos y hembras, que, a partir de ese momento, vivirán en cercados diferentes. Las diferentes edades se denominan con nombres específicos: añojos (un año), erales (dos años), utreros (tres años), cuatreños (cuatro años) y cinqueños (cinco años).
En las manadas de toros se establece una rigurosa jerarquía. Se denomina mandón al toro dominante y que maltrata a los demás. Con cierta frecuencia, este jefe es desafiado por otro miembro de la torada para arrebatarle el liderato, produciéndose violentas peleas. El toro derrotado se denomina abochornado y es atacado y perseguido por el resto de la manada, quedando apartado de la misma y volviéndose irascible y muy peligroso.
Dado que los toros no tienen acceso a las hembras, se montan unos a otros para mitigar su apetito sexual. En cada torada acostumbra a haber un toro maricón, más débil o tímido que el resto, al que montan los demás.
Respecto a su comportamiento ante los capotes, es una creencia extendida que a los toros supuestamente les altera de alguna manera el color rojo. Esta creencia es falsa, como también lo es que estos animales vean en blanco y negro, pues en realidad los toros cuentan con visión dicromática, es decir, tienen capacidad de descomponer el espectro luminoso en dos componentes esenciales, y según la cantidad de cada uno son capaces

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